Cuando Salvador Bonilla dejó la Marina, de la cual era cabo, decidió montar una churrería. Había crecido viendo a su padre ir por las ferias vendiendo churros. Incluso dos hermanos ya tenían dos negocios de churros en la ciudad de Ferrol, churrería Bonilla y churrería Bonilla el pequeño. Decidió llamarla BONILLA A LA VISTA, que era lo que contestaba cuando se aproximaba al barco de guerra, en un bote alquilado, y le decían,” Alto quién va?”, “cabo Bonilla a la vista”, contestaba él.
Hoy en día César sigue acudiendo asiduamente a la fábrica, preocupándose por el buen funcionamiento, y participando en la toma de todas las decisiones trascendentales de la firma.
Esta fusión de tradición y modernidad es también la clave de los churros BONILLA A LA VISTA, hechos con las mejores harinas y el mejor aceite de oliva.
Para garantizar que su fritura resulte homogénea y crujiente contamos con una estrella especialmente creada por nosotros, a través de la cual pasa la masa y crea la forma y estriado conveniente para que al freírlo resulte crujiente y no salga impregnado de aceite.